jueves, noviembre 21, 2024
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    “Nutrición, salud y economía: caras de una misma moneda”, un análisis de Marianela Marclay

    La secretaria de Desarrollo Social de la comuna uruguayense, Lic. Marianela Marclay, analizó en detalle un informe reciente de UNICEF, en el cual se expresa que “en Argentina casi 700.000 niños y niñas menores de 5 años viven en condiciones de pobreza extrema, lo que representa el 17,6% de este grupo poblacional.

    La secretaria de Desarrollo Social de la comuna uruguayense, Lic. Marianela Marclay, analizó en detalle un informe reciente de UNICEF, en el cual se expresa que “en Argentina casi 700.000 niños y niñas menores de 5 años viven en condiciones de pobreza extrema, lo que representa el 17,6% de este grupo poblacional. Se estima que alrededor de 3,3 millones de hogares, donde residen casi 7 millones de niños y niñas, han dejado de comprar alimentos esenciales”.

    Según la profesional, “esta situación se traduce en una reducción en el consumo de alimentos clave para la nutrición infantil, como carne, verduras, frutas y lácteos” y un incremento en el consumo de alimentos más baratos, pero menos nutritivos, entre otros, “fideos, harina y pan”. Las cifras son pavorosas: “30.000 niños y niñas han dejado de comer alguna comida debido a la falta de recursos en sus hogares y 9,9 millones han reducido su consumo de carne en comparación con el año anterior”.

    El informe incluye un trabajo del Observatorio de la Salud Pública en la provincia sobre Primera infancia, recogidos por la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Nacional de Entre Ríos. Expone datos relevantes sobre niveles de pobreza e indigencia en la primera infancia, entre niños y niñas que asisten a las Instituciones públicas de nuestra ciudad. Los indicadores permiten apreciar la magnitud de la problemática y analizar su repercusión en el plano de la salud, la educación y el desarrollo.

    Pobreza y hacinamiento crítico

    Según los datos aportados por UNER “64% de los niños nacidos en el Hospital Urquiza vive en condiciones de hacinamiento crítico. Esto significa que aproximadamente 6 de cada 10 niños comparte su habitación con más de tres personas. Este hacinamiento puede tener efectos negativos en el bienestar físico y psicológico, dado que limita el espacio y puede dificultar el descanso, el estudio, la privacidad y la seguridad de los menores”, puntualizó la funcionaria.

    Luego agregó datos: “El nivel de pobreza e indigencia surge del análisis entre el ingreso familiar y su relación con la canasta básica alimentaria (CBA), cuyo valor actual es de $434,050. Representa el ingreso mínimo necesario para cubrir una alimentación básica. Cuando una familia no alcanza esta cifra, se encuentra en situación de indigencia. Si no cubre la canasta básica total, hoy en $ 976.614, se considera pobre”, dijo.

    En ese contexto, “63,4 por ciento de niños y niñas presenta, al menos, una necesidad básica insatisfecha (NBI), lo que significa que una mayoría significativa de estos menores carece de uno o más elementos esenciales para una vida digna: acceso a servicios de educación, vivienda adecuada, agua potable, o un ingreso mínimo”, entre otros.

    Programas sociales

    Del análisis de los datos del informe de UNICEF se desprende que “el 98,2% de los hogares a los que pertenecen los menores encuestados es beneficiario de un programa social, lo que implica que muchas familias están atrapadas en una situación de vulnerabilidad permanente, que se prolonga en el tiempo sin medios suficientes para mejorar su condición, en el largo plazo”.

    El 41,8% de los niños y niñas que asisten a esos centros municipales se encuentran en situación de indigencia. Esto indica que sus familias no cuentan con los ingresos suficientes para cubrir la canasta básica alimentaria, por lo que el acceso a una nutrición mínima adecuada es limitado o inexistente. Esto implica que el alimento en el Centro Municipal es el único que reciben en el día.

    Cobertura de salud

    Según analiza la Lic. Marclay “82 por ciento de los niños depende del sistema de salud pública, lo que refleja no solo una carencia de acceso a servicios privados, sino también da cuenta de la importancia del sistema público para el bienestar infantil, ya sea el Hospital o los centros de salud municipales. El esquema de vacunación arroja también datos preocupantes: sólo el 98 % de los niños tiene el programa completo. Si no están completamente inmunizados, son más vulnerables a enfermedades prevenibles que podrían afectar su desarrollo y calidad de vida”.

    La nutrición

    “Desnutrición y obesidad coexisten en el universo analizado como fenómeno cada vez más frecuente, especialmente en contextos de bajos ingresos.  El 66% presenta exceso corporal: de ese total 60,1 % padece obesidad y 39,9 sobrepeso. La baja talla alcanza 10, 6 %”. La desnutrición indica un acceso limitado a una cantidad suficiente de alimentos, mientras que la obesidad suele vincularse a una alimentación de baja calidad, rica en calorías y pobre en nutrientes. Esta doble carga puede ser reflejo de un acceso deficiente a alimentos frescos y nutritivos”.

    “Los niños que sufren desnutrición pueden enfrentar problemas de crecimiento, bajo rendimiento escolar y un desarrollo físico y cognitivo limitado, mientras que aquellos con sobrepeso u obesidad están en riesgo de desarrollar enfermedades crónicas a temprana edad, como diabetes y problemas cardiovasculares. Este panorama subraya la urgencia de programas de intervención que trabajen tanto la prevención como el tratamiento de estas condiciones”.

    “Los primeros años de vida son fundamentales para el desarrollo integral del niño. La identificación temprana de problemas de desarrollo mediante estas herramientas, seguidas de una intervención oportuna, puede tener un impacto positivo a largo plazo, mejorando no sólo el rendimiento escolar futuro, sino también el bienestar social y emocional de los menores”.

    La mirada política

    El análisis surgido en base a datos aportados por UNICEF evidencia “un panorama complejo que requiere de intervenciones integrales y sostenidas para abordar tanto las condiciones de salud como las económicas que afectan a la niñez en Concepción del Uruguay”, señala Marclay en su trabajo. “Para transformar esta realidad hay que mirar bien los datos, pero también entender lo que pasa en el contexto de la macroeconomía. Debemos conocer los números locales, sin perder de vista que cada número representa una persona, una historia de vida”.

    “Sin una encomia en crecimiento no hay política social posible y, en ese contexto, el trabajo informal sólo reproduce la pobreza. La educación es la salida; una ventana de oportunidades para desarrollarse. La implementación de políticas que integren salud, educación, nutrición y desarrollo infantil, junto a la atención especial de los hogares más vulnerables, es esencial para mejorar las oportunidades y calidad de vida de estos niños. Es imposible que los gobiernos locales puedan hacerse cargo en soledad en el diseño y ejecución de estas estrategias para promover un desarrollo infantil saludable y equitativo”.

    (Fuente: Observatorio de la Salud Pública de Entre Ríos. Primera infancia. UNER. Facultad de Ciencias de la Salud).

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