Cuatro amigos oriundos de Gualeguaychú decidieron acompañar a la selección argentina de fútbol al Mundial de Qatar a bordo de sus bicicletas. En total recorrerán más de 9.000 kilómetros durante seis meses hasta arribar a Doha. Su última posta fue Bilbao, donde pararon para alentar a la Selección en su entrenamiento en el Estadio de San Mamés.
El capitán -como lo llaman los otros- del grupo es Miguel Silio, un escribano de 52 años que tiene muchísima experiencia en hacer miles de millas a bordo de su fiel compañera de dos ruedas y pedales. Miguel ya fue de la misma forma a la Copa del Mundo de Rusia y ahora invitó a sus amigos para que se sumaran a esta verdadera arriesgada travesía.
Junto a él están, Yamandú Martínez, empleado de 45 años; Luis Ledri, docente jubilado de 59 años; y Franco Baggio, administrador de empresas de 29 años, según publica el diario Clarín.
«Empezamos en Madrid el sábado de la semana pasada. Este lunes pensamos estar entrando en Francia. Y vamos a estar en Londres para ver la final contra Italia», dice Miguel con su casco puesto. Explica que el punto de partida es la capital española porque es el acceso más simple a Europa. Cruzaron el Atlántico en avión con sus bicicletas desarmadas y comenzaron el periplo.
«Esto arranca por él (señala a Miguel), que hace más de 20 años que hace cicloturismo. Nos invitó a sumarnos ahora. Yo ya lo he acompañado por otro viaje por Sudamérica. Pero este es especial porque vamos en busca de la Copa. Porque nosotros nos sentimos parte también», cuenta Yamandú.
La idea original era salir desde la Costa Azul, Francia, pero modificaron el camino para poder decir presente en la Finalissima. «Estamos dando una vuelta más larga. Es más tiempo, pero vale la pena», no duda Miguel y revela cuál es la mayor barrera que tienen en su largo recorrido.
«La mayor dificultad en la logística poder llegar hasta Doha en bicicleta es conseguir la visa de Arabia Saudita. He hecho todos los trámites, hablé con las autoridades argentinas para ver si me podían ayudar. Sería de gran ayuda si me pueden facilitar algo de información porque no es nada sencillo conseguir el visado de Arabia Saudita y es requisito indispensable para llegar a Doha en bicicleta», detalla apesadumbrado, pero con optimismo de resolverlo de alguna manera.
Eso sí, no hay plan b. Si eso falla, tendrían que llegar por la vía aérea, aunque por ahora no contemplan esa opción como válida: «Me gustaría llegar en bici después de tanto esfuerzo y de recorrer tantos kilómetros. Es mi mayor sueño en este momento».
Por eso, también, es que buscan obtener una foto con «Messi o con alguien del plantel». ¿Cuál es el motivo? «No es por cholulos, eh», avisan. Cuentan que en algunos pasos fronterizos cuando la situación se torna poco amigable, mostrar que cuentan con el apoyo de la Selección le puede ayudar a allanarles el camino.
Franco, el más joven de la banda de los biciargentinos, se entusiasma por saber que verá al mejor jugador del mundo: «Yo vi a Messi una vez con la Selección en el Monumental contra Ecuador y otra vez en Barcelona. Pero me encanta volver a verlo. Y verlo en Londres va a ser una locura».
Luis, el más veterano, agrega: «Como todo argentino, el fútbol es nuestra pasión. Yo me jubilé hace dos años, Miguel ya me había invitado a otro viaje pero no me animé y ahora que tengo tiempo disponible y conseguí el permiso familiar me sumé al viaje. Todo sea por la pasión que tenemos por la Selección».
Franco tiene la camarita montada en su caso y allí va registrando el viaje. Crearon una cuenta de Instagram que se llama @enbiciando_gchu para subir allí todo el contenido y sumar seguidores que les hagan el aguante.
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«Mi bicicleta tiene casi ya 18.000 kilómetros andados así que tiene sus golpes y sus países transitados. Estuve también en Rusia: hice de Madrid a Moscú. En esa ocasión me acompañó la mitad del viaje mi esposa, que habitualmente es mi compañera de viaje y que ahora se va a sumar en Turquía, y un amigo, Carlos Aguilar, la otra mitad. Fuimos a los partidos y luego continuamos por los países bálticos y escandinavos. Un viaje de varios miles de kilómetros», narra Miguel.
Franco detalla cómo es la organización: «Tenemos un plan de ruta y hay paradas ya especificadas de antemano. Pero lo cierto es que el itinerario se va modificando porque hay imprevistos. El viento te puede jugar una mala pasada y te retrasa. La idea siempre es tratar de cumplir 100 kilómetros por día. Si no llegamos, tenemos que quedarnos donde estemos, ya sea en un hostel o en la carpa, o arreglarnos de la manera en que se pueda. Vamos viendo día a día».
Las bicis están equipadísimas y no hay detalle dejado al azar. Tienen todo tipo de herramientas y repuestos, como rayos, cámaras y cubiertas, y «cosas para sobrevivir si nos quedamos», apunta Yamandú. Y agrega entre risas: «Lo que vos tenés en tu casa, menos el sillón y la tele, tenemos todo”.