La Niña es la protagonista de la imagen del día publicada por el servicio Copérnicus de la Unión Europea. Este fenómeno climático, visible en el satélite como un enfriamiento del océano Pacífico ecuatorial, tiene el potencial de alterar los patrones meteorológicos globales.
En las últimas horas, la aparición de La Niña ha desatado una serie de alertas en varias regiones del planeta, especialmente en Argentina, donde sus efectos pueden verse reflejados en la reducción de precipitaciones y un incremento en la sequedad de algunas zonas agrícolas.
«Nuestros ojos ven el mundo gracias a la luz visible: distinguen colores, formas y movimientos, pero no pueden decirnos si una superficie está fría o caliente. Un sensor infrarrojo (IR) a bordo de un satélite funciona como unos ‘ojos especiales’ que ven el calor en lugar de los colores», explica un especialista del Centro Copérnicus. Gracias a la tecnología de sensores infrarrojos, los científicos pueden identificar fenómenos como La Niña con anticipación, permitiendo así tomar decisiones sobre el manejo del clima.
En Argentina, este fenómeno podría generar una serie de cambios significativos en el clima y, por ende, en la actividad agrícola y otras áreas productivas. Si bien los efectos directos podrían no ser tan intensos como en eventos anteriores de La Niña, el monitoreo de la situación es crucial para comprender cómo afectará a la región en los próximos meses.
¿Cómo funciona La Niña y qué la diferencia de El Niño
La Niña forma parte de un ciclo climático más amplio conocido como El Niño-Oscilación del Sur (ENSO, por sus siglas en inglés). Este ciclo tiene tres fases: El Niño (calentamiento del Pacífico), La Niña (enfriamiento del Pacífico) y un estado neutro del océano. Durante La Niña, las aguas del Pacífico ecuatorial se enfrían significativamente, lo que provoca un cambio en los patrones atmosféricos, especialmente los vientos alisios, que se intensifican y alteran la circulación de las lluvias y las temperaturas en distintas partes del planeta.
«Cuando el color del mar se tiñe de azul, significa que el agua está más fría, y eso cambia el clima de todo el planeta. El enfriamiento del Pacífico actúa como un ‘ventilador gigante’, enfriando las aguas y alterando los vientos, las nubes y las lluvias», explicó Mauricio Saldívar, de Meteored. Este enfriamiento altera el comportamiento de la atmósfera, generando cambios en la distribución de las lluvias y las temperaturas.
En Argentina, estos cambios pueden resultar en una disminución de precipitaciones en algunas áreas productivas, como las principales regiones agrícolas de maíz y soja. «Es una mano invisible que ayuda a barajar las cartas del clima», señala el especialista, sugiriendo que aunque La Niña afecte el clima de manera indirecta, su impacto puede variar dependiendo de otros factores, como el comportamiento de la humedad del suelo y el fenómeno conocido como el Dipolo del Océano Índico (IOD, por sus siglas en inglés).
Impactos esperados para Argentina: sequías y temperaturas más altas
En cuanto a las repercusiones para Argentina, el impacto más significativo de La Niña podría ser la reducción de las precipitaciones en las principales regiones productivas del país. Esto generaría un riesgo de sequías prolongadas que afectaría los cultivos de maíz y soja, que dependen de las lluvias regulares para su desarrollo. Aunque se espera que el fenómeno sea moderado, el riesgo de escasez de agua sigue siendo una preocupación para el sector agrícola.
«Una de las consecuencias de La Niña es que empuja a la atmósfera a hacer que el agua caiga en lugares donde no se necesita, y en otros lugares provoca sequías prolongadas», explica el meteorólogo. Sin embargo, la reciente humedad del suelo en muchas áreas agrícolas podría amortiguar estos efectos, al menos en el corto plazo. La situación no está completamente definida, ya que la influencia de La Niña podría estar atenuada por otros factores climáticos y estacionales.
«El fenómeno podría afectar algunas regiones de manera muy directa, pero las condiciones de humedad en el suelo en áreas clave como la Pampa Húmeda, podrían mitigar los impactos negativos de la sequía», añade otro experto. En este sentido, aunque la situación sigue siendo incierta, se espera que el impacto de La Niña sea menos severo que en episodios anteriores, especialmente debido a la falta de coincidencia con La Niña India, un fenómeno que en el pasado amplificó los efectos de La Niña en Argentina.
¿Qué podemos esperar para el futuro? El Niño podría regresar en 202
Si bien actualmente se observa un patrón de La Niña, las proyecciones a más largo plazo sugieren que el fenómeno podría dar paso a El Niño a mediados o finales de 2026. En ese sentido, se aclaró que el Niño es la fase opuesta del ciclo ENSO, y su impacto suele ser mucho más notorio en términos de temperaturas globales. «El Niño libera gran parte del calor almacenado en el Pacífico tropical, lo que genera años más calurosos y cambios globales más marcados», señala un experto del Climate Prediction Center.
Si El Niño se materializa en 2026, es probable que las temperaturas globales aumenten y que los patrones de precipitación y sequía experimenten cambios significativos en todo el mundo, incluidos los efectos en Argentina. Los científicos seguirán monitoreando la situación, ya que las interacciones entre La Niña y otros fenómenos climáticos pueden influir en el comportamiento del clima global. (Elonce con información de Meteored)











