Por Juan Martín Garay (*)
La democracia en su origen griego se complementa con dos cuestiones importantes, la igualdad de derechos y la igualdad de palabra para todos.
El pasado 10 de diciembre hemos arribado a los primero 41 años desde la restauración de nuestra Democracia. En estas cuatro décadas experimentamos el período más extenso de vida democrática ininterrumpida que hayamos conocido los argentinos en nuestra historia reciente. Ésta es sin dudas una fecha clave que nos invita a reflexionar sobre los avances y desafíos en materia de garantías individuales y colectivas. El sistema democrático se ha ido consolidando, siempre permitiendo el libre pensamiento de ideas y sus más variadas expresiones junto a las distintas participaciones políticas y sus respectivos proyectos de sociedad o comunidad, según se trate la cosmovisión de vida que se tenga.
El interrogante
En estos 41 años, la democracia entendida como tal ¿ha cumplido con sus deberes y obligaciones? Rápidamente, en un análisis apresurado y un poco general, podríamos decir que con sus matices, el sistema ha pasado del debe al haber y viceversa en varios temas claves que hacen a nuestra propia tarea de construcción como Nación. El comportamiento cíclico nos ha dejado períodos positivos y otros no tanto. En el medio hubieron épocas de cambios y, como ahora, cambios de época.
En estos 41 años se alcanzaron varias conquistas sociales y de derechos, pero siguen habiendo muchas deudas sociales que van más allá del plano netamente económico y que condicionan las posibilidades reales de desarrollo humano. Se podrá discutir la posibilidad de resolución efectiva que se ha tenido o se tiene actualmente respecto de los conflictos sociales, políticos y económicos, pero no se puede desconocer que ésta democracia ya consolidada constituye actualmente, con sus defectos y virtudes, el mejor método posible que tenemos para abordar la coexistencia de los distintos intereses de la realidad argentina.
Soplar las cenizas
Ante la crisis ética que tenemos los argentinos, necesitamos de un comprometido deber moral que se asuma en un convencimiento propio de todo el arco dirigencial, ya sea del mundo de la política, del empresariado, del universo económico, cultural y social, es decir de todos aquellos quienes deban asumir valores para cumplir objetivos superiores en sus distintos ámbitos. Por eso debemos “soplar la ceniza” como dice el siempre vigente Don Arturo Jauretche: “hay que soplar la ceniza con la intención de liberar el fuego de la democracia y la recuperación del compromiso”.
De una buena vez tenemos que entender que a la gente no le importa los problemas políticos de los políticos, a los sumo les interesa los problemas políticos de la política pero para que se les solucionen sus problemas. Dejemos de lado las cuestiones previas personales y sin sentido para terminar con cualquier tipo de grieta que nos separe o aisle. La política es el arte de gobernar siempre en beneficio de los pueblos, no de intereses sectarios y excluyentes, o lo que es peor, para beneficio propio por el aprovechamiento de una circunstancial cuota de poder. Los dueños del Estado son los ciudadanos, los representantes somos apenas los administradores de los recursos de todos. Algo no menor por cierto.
José Ortega y Gasset en “Meditación del Pueblo Joven” reflexionó con una frase que goza de plena vigencia: “Mi prédica que les grita: ¡Argentinos, a las cosas, a las cosas! Déjense de cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcisismos. No presumen ustedes el brinco magnífico que dará este país el día que sus hombres se resuelvan de una vez, bravamente, a abrirse pecho a las cosas, a ocuparse y preocuparse de ellas directamente y sin más, en vez de vivir a la defensiva, de tener trabadas y paralizadas sus potencias espirituales, que son egregias, su curiosidad, su perspicacia, su claridad mental secuestradas por los complejos de lo personal.”
41 años de Democracia
A 41 años, en este cambio de época que se está desarrollando, debemos ir dando paso a un cambio real, posible, sincero y sin demagogia, prestigiando el ejercicio del sano arte de la política en esta democracia, la que aún adolece de muchas cuestiones. Hace mucho tiempo Jauretche nos enseñó algo que sigue vigente: “Y la Nación desde entonces, va de Herodes a Pilatos; todos le ofrecen buen trato y el arreglo de sus cosas, pero ellos rompen la loza y el pueblo paga los platos”.
Entendamos de que hay que determinar como prioritarias, acciones concretas que permitan avanzar en la resolución de los problemas que aún afectan a muchos. Hay que llevar a la práctica criterios de justicia y equidad en la distribución de los bienes sociales como son la educación, salud, hábitat, vivienda, tierra y todo aquello que permita un mejor desarrollo del ser humano en un contexto que contenga pero que además posibilite condiciones dignas de vida.
Celebremos estos 41 años de Democracia ininterrumpida, pero no olvidemos que necesitamos de la profundidad conceptual de una acción política que exprese fundamentalmente gestos de grandeza y mire a la economía con “rostro humano”, y no sólo como cifras que deben cerrar al alto costo de seguir dejando gente “afuera” como viene ocurriendo en los últimos años. Justifiquemos nuestro paso por la vida democrática de la mejor manera posible. Lo nuestro es la gente, no lo olvidemos.
(*) Abogado. Concejal 2023-2027. Vicepresidente 1° HCD. Presidente del Bloque Concejales PJ 2023-2027. Apoderado del Consejo Departamental PJ Uruguay. Congresal Provincial PJ ER. Secretario de Gobierno 2019-2023. Concejal 2015-2019. Presidente del Bloque Concejales PJ 2017-2019. Presidente Comisión Hacienda y Presupuesto 2015-2019. Decano del Colegio Mayor Universitario de Santa Fe 2003-2004.-