Desde hace más de 5 meses, los hermanos Nahuel y Nazareno Vargas partieron de su hogar en San Jaime de la Frontera, en el límite noreste de Entre Ríos, para cumplir un sueño compartido. Desde hacía tiempo, ambos coincidieron en que querían descubrir la provincia por completo. “No tenía tono de que iba a ser real hasta hace más o menos un año, cuando Nazareno me dijo que se iba a ir a México en moto”, recordó Nahuel.
“La única forma de que no me vaya a México es que hagamos juntos este viaje del que hablamos durante tantos años -me dijo-. Yo tenía mi vida establecida en Buenos Aires y fue como ‘Estoy bien, pero qué mejor que estar cumpliendo un sueño antes que estar solamente bien, ¿no?’”, contó.
Fue entonces cuando decidieron conocer Entre Ríos, pero de una manera muy particular: uno arriba de una moto y otro montado en una bicicleta; ambos exploran hasta el rincón más remoto de la provincia, se meten en todos los pueblos, parajes y aldeas, para conocer a los que viven allí y para experimentar todo en primera persona con un único objetivo: rescatar la idiosincrasia de cada una de las comunidades visitadas.
Según cuentan, otro motor del viaje fue una historia familiar: “Mi abuelo era de Larroque y se fue para San Jaime. En el trayecto se enamoró del paisaje entrerriano y se implantó también en él una semilla de conocer la provincia. Obviamente, por su familia y su trabajo, esto era muy utópico, pero para nosotros no lo fue ni lo es”, explicó Nahuel, quien además definió que “ahí fue que surgió la potencia de este viaje, de hacerlo también por la memoria de mi abuelo”.
Nahuel tiene 31 años, es fotógrafo y trabaja como community manager y creador de contenidos en redes sociales. Nazareno tiene 30, fue profesor de música y actualmente se dedica al marketing digital. Con estas habilidades, los hermanos se potencian para comunicar sus experiencias de viaje en su cuenta de Instagram @viajeinfinito.ok. Desde allí, comparten los detalles de su día a día en la ruta y captan y reflejan la esencia de cada rincón entrerriano.
“Antes de ir a un lugar, nos comunicamos con la Dirección de Cultura, la de Turismo o la Intendencia, y cuando hablamos con estas dependencias les pedimos que nos cuenten qué es lo que les gustaría mostrar del lugar, porque es importante que además de lo que nosotros veamos de lindo saber qué les gustaría mostrar en nuestras redes sociales. Al mismo tiempo, algunos privados también nos piden contenido para hacer publicidad”, explicaron sobre la manera de solventar el viaje ya que gracias a las redes muchas veces consiguen hospedaje y comida en esta aventura emprendida. Además, Nazareno logró hacer su trabajo de marketing digital de manera remota, lo cual tienen aún una fuente de ingreso extra.
“Queremos que, así como nos reciben nosotros, también podamos darles algo de calidad. Cada vez que armamos los guiones para los contenidos digitales intentamos que tengan cierto atractivo, que peguen en las redes, pero a la vez que no se pierda la magia del pueblo, que no rompa eso, lo que vivimos en cada lugar, porque si bien la idea es intentar potenciar cada uno de los sitios a los que vamos, también queremos mostrar lo que vivimos, la forma en que viajamos”, manifestaron.
Otra de las búsquedas que persiguen los hermanos Vargas en su camino son las de encontrar la identidad de nuestra gente. “Somos muy patriotas de la Entre Ríos que soñamos todos. ¿Qué tengo que ver con alguien de Gualeguaychú? ¿Cómo puedo generar un lazo entre eso que comparto con esta persona y con este lugar? Eso también nos hace un poco tejer lazos en todos lados”, expresó Nazareno.
Al momento, el factor común que identificaron está en el carácter sencillo y bien dispuesto de los entrerrianos. “Somos personas de un trato más sencillo. Obviamente, hay una diversidad de gente para todo, pero algo que por ahí está generalizado acá es que somos personas más tranquilas, no es que vamos a encontrar gente muy alterada. Los que son más chispas generalmente están haciendo actividades de todo tipo, todas muy lindas y que suman para su pueblo. También somos muy abiertos a recibir a los demás con confianza y hospitalidad. Ese también es un carácter común”, añadieron.
En movimiento en dos ruedas
Para trasladarse, Nazareno viaja en moto y Nahuel en bicicleta. Lo hacen por separado y se encuentran en el destino elegido. Desde que salieron a la ruta, a mediados de enero, recorrieron casi todas las localidades cercanas a la Costa del Uruguay. “Estuvimos en Chajarí, Santa Ana, Villa del Rosario y Federación. Seguimos por el Departamento de Concordia, estuvimos en varios lugares de ahí: Ayui, La Criolla, Charrúas, Puerto Yeryá, Nueva Escocia y Concordia; lo único que nos faltó, que nos salteamos de distraídos, fue Estancia Grande. En el Departamento Colón estuvimos en Liebig, Villa Elisa, Ubajay, Colón y San José. Ahí nos pasamos al de San Salvador y estuvimos en San Salvador y en General Campos. Después hicimos todo el Departamento Uruguay: estuvimos en Pronunciamiento, en Villa Mantero, Herrera, Caseros, Colonia Elía, Concepción, San Justo y Santa Anita”, enumeraron entre los dos.
En el camino, los hermanos se han encontrado con historias y personas que cautivaron su atención. “En Primero de Mayo, entramos a la casa de un relojero y fue como transportarse en el tiempo. Fue impresionante. Él te contaba todo, desde el primer reloj que arregló a toda la historia de los relojes que tenía. Es un oficio que se está perdiendo por lo digital, entonces entrar ahí y ver todo eso fue increíble; tenía un minimuseo en una habitación chiquita, donde no había ningún espacio sin relojes”, contaron.
Algo similar les pasó en Liebig, donde dieron con el mayor coleccionista de mariposas del país. “Era de uno de esos coleccionistas obsesivos con la museología, leía mucho, veía cómo se organizaban las cosas museísticamente”. También en Ubajay, donde la antigua estación que funciona como museo preserva intacta parte de su historia: “La persona que estuvo encargada de la estación y que se quedó cuidándola hasta su muerte, tenía una habitación, la de la boletería, que guardó intacta, cerrada con llave. Entras ahí y es una cápsula de tiempo”, comentaron.
Destino Gualeguaychú
“En el viaje hicimos una trampa”, confesaron entre ambos. “Veníamos de carnaval en carnaval. Hicimos el de Chajarí, Federación y Concordia. Hicimos todos los que pudimos. Cuando estábamos en Concordia, era la última semana del Carnaval de Gualeguaychú. Y no había forma de que llegue en bici”, contó Nahuel. “Entonces con Naza dijimos ‘tomemos un colectivo y no nos lo perdamos’. Vinimos al Carnaval de Gualeguaychú y nos volvimos el otro día”, resumió, recordando aquella primera vez de ambos en la ciudad, hace apenas unos meses.
En esta oportunidad, los Vargas ya llevan recorriendo varios atractivos de Gualeguaychú y sus alrededores y tienen planeado conocer otros más antes de emprender viaje esta próxima semana rumbo a Larroque. El museo del Carnaval, la Costanera, Pueblo Belgrano, Ñandubaysal, las reservas naturales y los complejos termales son algunas de las cosas que llamaron su atención en sus primeros días por la ciudad. Hasta su partida, reparten su tiempo entre recorridas turísticas y su trabajo: la edición de material pendiente.
“Cuando uno vive en un lugar y lo habita toda su vida, a veces las cosas sencillas y hermosas que tiene a su alrededor pasan desapercibidas. Decidimos que San Jaime sea el último lugar de todo este viaje, y cuando lleguemos lo vamos a mirarlo con otros ojos”, concluyeron. Fuente: Ahora El Día.