viernes, abril 19, 2024

Recordaron a Hebe de Bonafini en Plaza Ramírez

En la plaza General Francisco Ramírez se honró ayer por la tarde la memoria de Hebe de Bonafini. Fue durante un acto, organizado por la Comisión Memoria, Verdad y Justicia de Concepción del Uruguay, en el marco de los homenajes efectuados a nivel nacional.

El acto contó con la  presencia de representantes de entidades de derechos humanos junto a funcionarios, dirigentes y militantes sociales y partidarios. En el encuentro se dio lectura al documento único titulado:

«Los nacimientos de Hebe»

En este contexto, se expresó que “Hebe nació por primera vez un 4 de diciembre de 1928 en El Dique, un barrio portuario de Ensenada. Quiso ser maestra, pero sus padres la enviaron a estudiar corte y confección, un destino común de las niñas de clase obrera de esa época. Allí vivió y se casó. Luego el matrimonio, los hijos Jorge, Raúl, Alejandra, la vida de un ‘ama de casa más’, como ella misma se definiera.

“El otro nacimiento fue cuando secuestraron a su hijo, Jorge: ‘Yo me convertí en Hebe de Bonafini el día que se llevaron a mi hijo Jorge. El 8 de febrero se cumplieron 45 años, ese mismo día salí a la calle y nunca más volví’, dijo en una entrevista reciente. La vida partida en dos: se iba Kika, el ama de casa, y nacía Hebe de Bonafini. Pocos meses después la dictadura le arrebataba a su segundo hijo, Raúl.

“Un tercer nacimiento fue ese 30 de abril de 1977 en que las Madres de Plaza de Mayo marcharon por primera vez, poniendo sus cuerpos frágiles frente al poder genocida, el poder más aterrador que conozca nuestra historia. Los hijos estaban pariendo a una revolucionaria.

“Hebe tenía tanta bravura y pasión, tanto coraje, que algunos podían olvidar la fragilidad y el dolor, que eran constitutivos y fundantes de todo lo que era y portaba. Del mismo material humano transido y desgarrado en el que se fraguaron todas las madres y abuelas. Cuanto se le criticó, más que por contradicciones o errores, fue por enfrentar y desnudar con un estilo único de imprecación plebeya y justa blasfemia a los genocidas militares y a los poderes civiles cómplices del horror: corporaciones empresarias, jerarquías eclesiásticas, altos tribunales, medios de comunicación concentrados.

“¿Se hubiera podido forjar un núcleo de resistencia a la dictadura sin esa sensibilidad unívoca?” se preguntó alguna vez Horacio González. ¿De qué manera se dice y se resiste un genocidio, en qué lengua? ¿O es que ante todo se grita en medio del silencio aterrado o cómplice?

Como dijo el filósofo irlandés John Holloway, en una conferencia en la universidad de Madres: ‘Se oye en primer lugar un grito de dolor, del dolor más profundo que hay, pero un grito que no se queda con el sufrimiento. Un grito de rabia, pues, de rabia contra los asesinos y los torturadores, pero un grito que, poco a poco, se va convirtiendo en un grito de poder… en un grito de emancipación”.

 

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