Opinión: Ombliguismo
Por Juan Martín Garay*
En este cambio de época, en esta nueva Argentina, para que el Justicialismo como
“filosofía de la vida” pueda seguir vigente y no caer en el ostracismo, o peor aún en el
recuerdo o la nostalgia, más que nunca necesitamos que nos volvamos a expresar a
través de un proyecto donde propongamos realizar los valores individuales y sociales
representando esperanza en la gente y que ésta nos crea.
El escenario es complejo y estamos complicados, porque ante una ciudadanía
marcadamente vaciada de política y una política largamente vaciada de sociedad civil,
hay un divorcio que dificulta cualquier posibilidad de construcción colectiva. ¿Se puede
revertir? Sí. Pero no olvidemos que pasamos del ¡que se vayan todos! a una
desconfianza que se profundiza con confrontación, resentimiento y frustración. Todo
ello es lo que por estas horas sintetiza el enojo de la gente culpa de cierta dirigencia
que no estuvo a la altura de las circunstancias.
Consolidar
Está claro qué con 41 años de democracia ininterrumpida sobre la espalda debemos
aspirar a consolidar un sistema que aún adolece de buenas instituciones. Éstas
deberán reconstruirse entre todos los actores sociales, lo que implica reorganizar la
comunidad. Para eso tenemos que saber organizar la vida pública de un Estado que
necesita de un sistema de normas que todos respetan por igual, con fuertes
mecanismos para hacerlas cumplir además.
Tener buenas instituciones implica una buena calidad democrática. Esto empieza por
los municipios, puesto que es el lugar por excelencia donde se ejercita y concreta la
democracia de manera directa y en forma práctica. Así, no olvidemos que además de
los Departamentos Ejecutivos están los Concejos Deliberantes como cuerpos
colegiados mediante los cuales los representantes del pueblo deliberan. De esta
manera, pueblo y gobierno van indefectiblemente unidos en una suerte de visión de
ciudad que necesita una marcada cercanía que permita hacer accesibles los cambios
demandados por la gente. Los dichos son una cosa, pero los hechos son otra también.
La “calidad” de la democracia en los gobiernos locales implica pensar en poder
alcanzar un máximo de equilibrio y plantearse objetivos siempre superadores para el
conjunto. ¿Para qué? Sencillamente para poder vivir mejor. Por eso es sumamente
necesario en este tiempo construir cercanía, “achicar” la distancia en una comunidad
donde conviven lo que se anhela como ideal con lo que en realidad se puede realizar.
La participación concreta necesita de una interacción social y política, como ejercicio
para poder recuperar la confianza que permita soñar de manera utópica con el tan
anhelado bienestar general de manera complementaria y armónica de la comunidad.
Participación
La participación ciudadana tiene dos caras, una la que se puede promover desde el
gobierno y otra la que la gente ejercita. El trato recíproco que debe existir entre el
“funcionariado” y los ciudadanos es muy importante para no caer en la falta de
sensibilidad social de un escritorio sin tener en cuenta el contexto territorial. La
participación debe ser de ambos y mútua.
Va a ser importante, a la hora de avanzar en una reorganización de la comunidad, ver
como consolidar una permanente cooperación y articulación con la ciudadanía, lo que
permitirá conformar un equipo real de trabajo mancomunado, volviendo así a recrear
los vínculos de confianza tan necesarios. La confianza, bien sabemos, “no se compra
en un bazar”, por eso ella es necesaria desde la forma que sea acorde al tiempo que
se vive, para así permitirnos aceptar nuestras propias debilidades, además de nuestras
fortalezas para potenciarlas en favor del conjunto.
La gente demanda, está atenta, controla, hace seguimiento, pues no quiere otra cosa
que los problemas se resuelvan para tener un mejor bienestar. Para eso hay que
allanar el camino, preparar el terreno para que la propia ciudadanía se sienta parte de
un proceso que la tenga como protagonista real del tiempo que viene, que es presente.
A mayor confianza, mayor legitimidad de ejercicio tendrá un gobierno. La legitimidad
de origen la otorga el voto en las urnas. A ambas hay que ganárselas.
Debemos fomentar más que nunca hoy por hoy el diálogo como forma de encuentro,
aspirar a consolidar una democracia fundada en los valores de la verdad, la justicia y la
solidaridad, algo que permita que todos puedan realizarse en una comunidad que se
realiza al cuidado de los otros, cuidándose a sí mismos, trabajando juntos, viviendo
mejor, con inclusión verdadera y desarrollo humano genuino.
Nos necesitamos
Por eso los municipios son muy importantes en todo este desaguisado, porque
constituyen la instancia de poder formal y material más cercana a la gente, a los
ciudadanos. Es la primera barrera, el primer timbre, la primera puerta a los problemas
de la gente. Y muchas veces es quien menos capacidad de solución tiene para ellos.
Pero es quien tiene por sí mismo el mayor potencial para actuar y articular con las
instituciones públicas y de la comunidad, con la necesidad de la gente, aún con falta
de recursos, haciéndose muchas veces cargo de lo que los estados nacional y
provincial no se ocupan. Mirando para otro lado o haciéndose los distraídos. No sólo
ahora, “ayer y antes de ayer” también.
Todos nos necesitamos, nadie sobra y todos hacemos falta. Sólo es cuestión de querer
ser mejores en función de la gente. Para eso también necesitamos de un
“funcionariado” con un oído en el pueblo y otro en el escritorio, no sólo en un lado de
ambos como si se fuera un empleado jerárquico estatal, sino en ambos al mismo
tiempo. Gestionando comprometidamente, a veces para decir que sí se puede hacer
algo, a veces para decir que no se puede, pero siempre escuchando y con la verdad
de frente, sin generar falsas expectativas que luego como un “boomerang” se vuelve
en contra, generando rechazo y mayor distancia con la gente.
Una cosa más, el “funcionariado” deberá ser lo más profesional y comprometido
posible cada vez más, no hay margen para el “amateurismo” decadente. Porque
sencillamente la gente ya no lo soporta y se da cuenta a primera vista. Si lo nuestro es
la gente, entonces pensemos verdaderamente en lo que realmente nos debe importar.
Basta de “ombliguismo”. Sólo somos una circunstancia.
(*) Abogado. Concejal 2023-2027. Vicepresidente 1° HCD. Presidente del Bloque Concejales PJ 2023-2027. Apoderado del Consejo Departamental PJ Uruguay. Secretario de Gobierno 2019- 2023. Concejal 2015-2019. Presidente del Bloque Concejales PJ 2017-2019. Presidente Comisión Hacienda y Presupuesto 2015-2019. Decano del Colegio Mayor Universitario de Santa Fe 2003- 2004.