En una misa de campaña realizada por el Capellán Auxiliar Oscar Antonio Bourlot, en el asiento del Escuadrón 6 de Gendarmería se recordó el 49 aniversario del atentado al Hércules c-130, en el cual perdieron la vida seis gendarmes.
Aquellos centinelas, que se trasladaban en un avión de la Fuerza Aérea el 28 de agosto del año 1975, sufrieron el artero atentado que produjera su derribo a tierra del Hércules c-130, en el Aeropuerto Benjamín Matienzo de Tucumán. Tras ello se produjo el incendio de la aeronave que transportaba a 114 integrantes de la fuerza, que habían combatido en los montes tucumanos contra un enemigo que pretendía privar al Estado de su capacidad de control efectivo sobre una porción del territorio nacional en un gobierno constitucional.
«El recuerdo de nuestros héroes caídos en este acto de violencia, nos invita a reflexionar sobre el sacrificio y el compromiso que caracterizan a quienes sirven en Gendarmería Nacional. Recordamos con respeto y admiración, resguardando los valores que nos representan a los hombres y mujeres gendarmes», señalaron.
El 28 de agosto de 1975
A las 09:00 el avión Hércules C-130, matrícula TC-62 despegó de la I Brigada Aérea de El Palomar (Buenos Aires), aterrizando en el Aeropuerto Benjamín Matienzo (Tucumán), a las 11:56 horas, llevando a bordo a 85 pasajeros de la Policía Federal Argentina.
La misión de ese día para el TC-62 comprendería, además de ese vuelo de Tucumán a San Juan, otro traslado de La Rioja a Buenos Aires.
De inmediato se procedió al embarque de 114 miembros de Gendarmería Nacional Argentina, pertenecientes al Equipo de Combate «San Juan», que aparte de ellos, se acomodaron dentro de la aeronave los pertrechos, como también su armamento y munición.
Todos estaban ansiosos por partir y reunirse con sus familias y la tripulación, a su vez, cumplía con los últimos detalles de la partida y nada hacia suponer que en el cumplimiento de una misión rutinaria, podría ocurrir minutos después.
Mientras todo esto ocurría en el aeropuerto, un vehículo con las siglas de Agua y Energía, estacionado a una cuadra y media de la entrada recibía instrucciones por radio de un militante subversivo montonero infiltrado dentro de la estación aérea; así daba inicio la última fase de la «Operación Gardel» ejecutada por el Grupo Montoneros.
Ese día cuando todavía no habíamos salido del estupor de otros hechos similares que estaban ocurriendo, recibimos una noticia que nos conmocionó, el avión Hércules C-130 de la Fuerza Aérea Argentina, matrícula TC-62 había sido derribado a las 13:05 horas, por una bomba colocada y hecha estallar por control remoto, en plena carrera de despegue, que la habían colocado por delincuentes subversivos en el desagüe que pasaba por debajo de la pista de aterrizaje del Aeropuerto de Tucumán «Teniente Matienzo», quedando un cráter en el cemento de 12 m de diámetro por 2 de profundidad.
Fallecieron en este atentado los gendarmes Evaristo Gómez, Juan Argentino Luna, Marcelo Godoy, Pedro Yanes, Juan Riveros y Raúl Cuello.