domingo, diciembre 22, 2024
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    La noche de los lápices: un capítulo funesto de la historia argentina

    Cada 16 de septiembre se recuerda La noche de los lápices, en referencia a aquel oscuro episodio de la historia argentina, donde un grupo de estudiantes secundarios fueron secuestrados y, casi todos ellos posteriormente asesinados por la dictadura cívico militar de los años 70, encabezada por Videla, Massera, Agosti y Viola.

    Sucedió durante la noche del 16 de septiembre de 1976, aunque también hubo otros secuestros en días posteriores, en la ciudad de La Plata, provincia de Buenos Aires.

    En aquellos años virulentos de una Argentina inundada de iracundia, fueron secuestrados 10 estudiantes secundarios, quienes en una prisión clandestina sufrieron torturas propinadas por grupos de tareas bajo el mando de la dictadura cívico militar que había tomado el poder en el país mediante el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976.

    De los 10 estudiantes secuestrados, 6 fueron cobardemente asesinados sin que se hallaran sus restos hasta el día de hoy. Ellos son: Claudio de Acha, María Clara Ciocchini, María Claudia Falcone, Francisco López Muntaner, Daniel A. Racero y Horacio Ungaro.

    Los cuatro sobrevivientes fueron: Gustavo Calotti, Pablo Díaz, Patricia Miranda y Emilce Moler.

    Este nefasto hecho de la historia nacional fue uno de los más conocidos entre los actos de represión cometidos por la última dictadura cívico militar argentina, que se extendió desde desde 1976 hasta 1983, año en que regresó la democracia al país.

    Los desaparecidos eran estudiantes, en su mayoría adolescentes menores de 18 años, quienes no tuvieron derecho a un juicio previo y fueron torturados contra todo derecho humano vigente en el mundo.

    La Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, conocida como CONADEP, estableció que «la policía bonaerense había preparado un operativo represivo para los que habían participado de la campaña por el boleto estudiantil, considerada por las Fuerzas Armadas como subversión en las escuelas».

    El caso saltó a la opinión pública durante 1985, luego del testimonio de Pablo Díaz, uno de los sobrevivientes, en el Juicio a las Juntas Militares que se realizó una vez que llegó la democracia, durante la presidencia del radical Raúl Alfonsín.

    Pablo Díaz también participó en la escritura del guion que llevó la historia real al cine, días antes de cumplirse una década de lo ocurrido.

    La historia que fue llevada al cine

    La Noche de los lápices llegó al cine y se estrenó un 4 de septiembre de 1986, un año después de que Pablo Díaz, uno de los sobrevivientes, declarara en el juicio contra los militares.

    La película, dirigida por Héctor Olivera, fue protagonizada por Alejo García Pintos, Vita Escardó, Pablo Novak, Pepe Monje y Leonardo Sbaraglia.

    Escrita por Olivera y Daniel Kon, con la colaboración de Pablo Díaz, el guión se basó en el libro homónimo de María Seoane y Héctor Ruiz Núñez.

    Los adolescentes de la Unión de Estudiantes Secundarios

    Los chichos y chicas asesinados, fueron, en su mayoría, estudiantes de la Unión de Estudiantes Secundarios, de la ciudad de La Plata.

    Por aquellos tristes años, la agrupación, junto a otras escuelas, habían iniciado un reclamo, desde 1975, ante el Ministerio de Obras Públicas, para que se les conceda el boleto con descuento estudiantil para el colectivo. No había armas, no eran guerrilla, eran estudiantes manifestándose por un boleto.

    El valioso testimonio de Pablo Díaz

    Pablo Díaz manifestó ante la Justicia que el boleto que habían conseguido los estudiantes secundarios en septiembre de 1975, fue suspendido en agosto de 1976. Era una trampa para detectar, mediante un trabajo de los servicios de inteligencia de la dictadura, quiénes eran los líderes en cada escuela para luego ir a buscarlos.

    Como prueba, en su testimonio, citó un documento hallado en la Jefatura de Policía de la provincia de Buenos Aires, titulado La Noche de los lápices, firmado por el Comisario general Alfredo Fernández,​ en el que describía las acciones que iban a concretar contra los estudiantes secundarios, a quienes el policía calificaba como «integrantes de un potencial semillero subversivo».

    Dicho en otros términos, los secuestraron y los mataron por las dudas que en el futuro se conviertan en guerrilleros.

    ​La historia relata que las órdenes de detención fueron libradas por el Batallón 601 del Servicio de Inteligencia del Ejército​, y llevaban las firmas del Comisario Fernández​ y del Coronel Ricardo Eugenio Campoamor, jefe del Destacamento de Inteligencia 101.

    Si bien los estudiantes fueron calificados como de «peligrosidad mínima», igual fueron sacados de sus hogares, torturados, y seis de ellos, asesinados.

    La trágica y funesta noche del 16 de septiembre de 1976, los chicos fueron secuestrados por miembros de la Policía de provincia de Buenos Aires, comandada en aquellos oscuros años por el General Ramón Camps y Miguel Etchecolatz.

    Para el secuestro se usaron autos Ford Falcon verdes de la armada argentina.

    Sin embargo, y a pesar de tantos años: Los lápices siguen escribiendo. Fuente: El País Diario

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